Juan Vicente Torrealba, 100 años de pasión por la música y la llanura

El maestro Juan Vicente Torrealba cumplió 99 años, muchos de los cuales ha dedicado a exaltar la música del llano venezolano, de estilizarla y convertirla en referencia en el mundo entero. Hoy lo recordamos con esa sentida entrevista que nos diera en su cumpleaños 97.

La cita estaba programada para las 9:30 de la mañana, pero la lluvia que caía en la ciudad de Caracas hizo que llegáramos una hora después.

A la entrada del edificio, en la Urbanización Juan Pablo II de Montalbán, se encontraba “el maracucho”, el portero, quien nos esperaba para subirnos hasta el apartamento.

Ahí estaba la señora Mirtha, con quien habíamos cuadrado toda la logística para la entrevista, abriéndonos la puerta de su casa; esa casa llena de premios, condecoraciones, fotos y, por supuesto, un arpa.

Luego de los saludos de rigor e instalar los equipos, la señora Mirtha fue a buscar a su esposo.

Ahí estaba él, caminando, lento y ayudado por un bastón, desde el cuarto hasta la sala, para instalarse en su sillón. “Háblenle pausado y un poquito fuerte”, nos habían advertido Mirtha y su hija Carolina, quienes estuvieron presentes durante la entrevista.

“La única distracción que había eran los bailes de arpa, cuatro y maracas que se hacían en los pueblos cercanos, ahí conocí bastante el sonido de la música llanera”

Un vaso con agua para aclarar la garganta, y comienza a responder amablemente, con una lucidez envidiable, cada una de nuestras preguntas.

Es Juan Vicente Torrealba. El Maestro Juan Vicente Torrealba. El autor de Concierto en la llanura, Sinfonía en el palmar, Rapsodia llanera y un sinfín de temas que forman parte del acervo musical de nuestro país.

Nació el 20 de febrero de 1917, entre las esquinas de El tejar y Rosario, cerca del Nuevo Circo, “por accidente –afirma- porque mi padre estaba por aquí vacacionando y, como mamá estaba ya para dar a luz, nací en Caracas”.

A los ocho meses de nacido, es llevado al Hato Banco Largo, en el estado Guárico, cerca del pueblo Camaguán; luego, regresa a Caracas para realizar sus estudios de primaria y secundaria. Las temporadas vacacionales las pasaba en el llano, efectuando labores de ganadería.

“La única distracción que había eran los bailes de arpa, cuatro y maracas que se hacían en los pueblos cercanos, ahí conocí bastante el sonido de la música llanera”.

Durante una de esas fiestas, en el pueblo La Unión, llegó un arpista apureño de nombre Natividad Marchena. “Al oírlo comprendí que el arpa era algo más que lo que había oído; entonces, con los consejos de él, aprendí a rasguñar el arpa, como dicen los llaneros”.

Y nacen Los Torrealberos

En 1949, Juan Vicente decide buscarse una “economía propia” y se establece en Caracas, pero aún sin intención de dedicarse de lleno a la música más allá un hobby, o dando serenatas. La guitarra le sirvió para acompañarse en la interpretación de rancheras y guarachas de moda.

Hasta que un día se le dio la oportunidad de presentarse en Radio Nacional de Venezuela bajo un contrato de tres meses como guitarrista, interpretando música llanera y valses venezolanos. Allí conoció a la compositora María Luisa Escobar, a quien considera su madrina artística. Fue ella quien le facilitó el estudio de la radio y un disco de acetato para que Juan Vicente efectuara sus primeras grabaciones.

Un día se le dio la oportunidad de presentarse en Radio Nacional de Venezuela bajo un contrato de tres meses como guitarrista.

Decide entonces formar con su hermano Arturo y su hijo Santana (quien para ese entonces contaba con apenas 9 años), el conjunto Los Torrealberos; y graba junto al cantante guariqueño Ángel Custodio Loyola sus primeros discos comerciales. “Loyola era considerado la voz más fabulosa de los llanos”, pero su estilo recio no logró gustar en Caracas.

Torrealba comienza entonces a buscar una fórmula para estilizar la música llanera y lograr así que esta gustara en la capital. Graba con la cantante Magdalena Sánchez el pasaje María Laya, su primer éxito discográfico y el inicio de su popularidad.

En 1950 consigue un contrato en Radio Caracas Radio, para presentarse de lunes a viernes a las seis de la tarde, “con carácter de exclusividad”, en el programa Llano Adentro con Los Torrealberos, animado por el locutor Pedro José Fajardo. Ya, a mediados de la década, había creado su propio sello discográfico, Banco Largo, e incluido en su lista de cantantes a Josefina Cornieles (conocida artísticamente como Marisela) y al zuliano Mario Suárez.

“Una vez que empecé mi contrato con Radio Caracas necesitaba un cantante y conocí a Mario, quien interpretaba boleros al estilo de Pedro Vargas, pero yo lo enseñé a cantar la música llanera y fue un verdadero éxito”.

Luego de Suárez, vendrían Rafael Montaño y Héctor Cabrera, los otros “pilares, sin desmeritar a los demás cantantes que también fueron útiles y muy buenos, en los que se basa el gran éxito de Los Torrealberos en los años 50, para cada uno definí un estilo particular”.

Su paso por el cine

La popularidad de Juan Vicente Torrealba y sus Torrealberos le sirvió para participar en distintas producciones cinematográficas, en su mayoría, co-producciones entre Venezuela y México.

Fue en Dos gallos en palenque (1960), protagonizada por Guillermo Rodríguez Blanco, caracterizando su personaje de “Julián Pacheco”, y Eulalio González “Piporro”, y a pesar de que, afirma, “los actores no gustaron”, guarda buenos recuerdos de esa película ya que allí conoció a su actual esposa, Mirtha (quien también aparece en una escena de dicha producción).

Recuerda también la cinta “Alma Llanera” (1965) junto al actor y cantante mexicano Antonio Aguilar, “quien fue amigo personal mío”.

Juan Vicente se reinventa

Juan Vicente, acomodado en su sillón, va hilvanando pasajes de su carrera artística; los artistas que han grabado sus temas: Pilar Torrealba (quien no tenía vínculo familiar con el compositor), Luís D´ Ubaldo, Rudy Hernández, Natalia, el Trío Los Naipes, el mexicano Marco Antonio Muñiz, María Teresa Chacín,entre otros.

Recuerda también como muchos le criticaron el haber estilizado la música llanera y hasta la vestimenta de Los Torrealberos. Uno de ellos, el poeta Aquiles Nazoa: “¿Dónde se han visto llaneros/ Con esa especie de poncho/ Que, vosotros, Torrealberos,/ Llevais colgado en el hombro;/ Esa cobija rayada/ Con la cual, a golpe de ojo,/Parecéis, más que cantantes/Que andáis vendiendo chinchorros?”

“Aquiles (Nazoa) nos tenía acoquinados a Rómulo Gallegos y a mí porque éramos famosos.

“Aquiles nos tenía acoquinados a Rómulo Gallegos y a mí porque éramos famosos. Si le hubiese hecho versos a alguien que nadie conocía no se los iban a leer”, afirma sin rencor alguno.

Era la época en que, durante la dictadura de Pérez Jiménez, contrataban al conjunto para actuar en la inauguración de muchas de las obras que se construyeron bajo el lema del Nuevo Ideal Nacional.

“A mí particularmente no me gustaba; pero, cuando cayó la dictadura, muchos consideraron que yo era una hechura de Pérez Jiménez, entonces mandaron a silenciarme en todos los medios de comunicación”.

Sin embargo, Juan Vicente continuó con su labor artística y desarrollando nuevas ideas para su música. Es así como surge, en los años 70, un contrato con el sello discográfico Basf, subsidiaria de una compañía alemana de productos químicos.

“Ellos, en los países donde estaban, contrataban a los artistas más renombrados. Un día el director del departamento de discos me sugirió grabar una serie de discos con música internacional”. Le da forma entonces a discos con música italiana, colombiana, mexicana en ritmo tropical y acompañamiento, por supuesto, de su arpa.

Recientemente se ha dedicado a la creación de obras sinfónicas; faceta que, admite, le encanta a pesar de no tener estudios formales música.

JuanVicenteTorrealba.com

A sus 97 años, lejos de asustarlo, la tecnología atrae a Juan Vicente Torrealba. Posee cuenta en Facebook y en Twitter (@juanvtorrealba) además de su página web www.juanvicentetorrealba.com, las cuales revisa regularmente y en las que recibe el cariño de quienes lo admiran.

“Con el internet me distraigo porque ahí repaso la vida de muchos artistas. A mí eso del Facebook me gusta mucho, yo manejo toda esa cuestión gracias a una gran asesora que es mi hija Carolina”.

Dice no escuchar mucho la radio, y que los ritmos modernos no son muy de su agrado. “Hay un baile ahí donde le caen a ramazos a las mujeres, eso no es bonito, no es cultura”.

El llano de Juan Vicente

En 2012, escribió un libro: El llano de Juan Vicente. Allí plasma todo ese amor de la tierra donde vivió su infancia y adolescencia.+ç

Innumerables reconocimientos; entre ellos, una plaza en México y una avenida en Camaguán con su nombre

Nos enseña el libro, y muestra las fotos que están incluidas en él. “Todas las fotografías son mías”, nos dice con orgullo.

“Pienso sacar la segunda edición, pero tengo que conseguir patrocinantes”. Sin embargo, ya está preparando un segundo libro donde reunirá las anécdotas de su trayectoria artística. “Remembranzas” es el título tentativo del texto.

Innumerables reconocimientos; entre ellos, una plaza en México y una avenida en Camaguán con su nombre, la satisfacción de que la ejecución de su Concierto en la Llanura sea uno de los temas requeridos para graduarse como arpista profesional en Paraguay. Medallas, placas, trofeos son parte de la decoración de su apartamento. Y, por supuesto, el arpa; esa que desde hace tiempo ya no toca pero que accedió, a petición nuestra, agarrar para tomarle algunas fotos.

No es fácil resumir tanta dedicación y éxitos, ni siquiera para él. “Es muy difícil, chico, decir algo. Yo diría más bien que compren los libros míos para que conozcan tan siquiera algo de Juan Vicente Torrealba”. Luego de las risas por la “publicidad”, reflexiona sobre su legado: “Lo que me he sacrificado en pro de la música venezolana, en especial de la llanera”.

La lluvia cesó. Abrimos las ventanas y apagamos las luces de las cámaras que le daban calor. Nos tomamos un sabroso café, preparado por la señora Mirtha, mientras conversábamos un rato más.

Ayudamos al Maestro a levantarse de su sillón y, luego de la despedida, se iba a su cuarto nuevamente, caminando poco a poco. Con ese andar despacio que contrastaba con lo rápido que, sentimos, se nos pasó el rato que compartimos con él, con sus recuerdos, con sus éxitos y con sus 97 años; más lleno de vida que nunca.

Fuente: http://www.noticias24.com/

Por: Héctor Acosta
Edición de video: Alex Urbina.

Foto: Alex Urbina / Noticias24.

Foto: Alex Urbina / Noticias24.

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Foto: Alex Urbina / Noticias24.

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